Fortunato
Miró desde la litera la consola de la nave, alguna ventaja tenía que tener que el espacio vital estuviera tan limitado en la nave, tenía más o menos el tamaño de un piso de soltero en el centro de una ciudad grande así que todo estaba a mano. Todo parecía correcto desde allí, así que haciendo un esfuerzo se levantó de la litera y la plegó contra la pared. El radar no detectaba nada, quedaban aún dos semanas para llegar al cinturón de asteroides y no veía la señal de alarma por ningún lado.
- ¿Por qué demonios pitas, te molesta que duerma?
Pitido.
- Joder, vale, es el comunicador, llaman de casa, a ver si le pongo un sonido distinto y me acuerdo de ignorarlo cuando esté durmiendo. Dime, ¿qué pasa? - contestó mientras apretaba un botón y ponía un tono más sociable.
- Perdona, ¿he interrumpido algo? - Era control de tierra, una voz femenina, joven y sonaba algo nerviosa.
- No pasa nada, sólo estaba durmiendo – vistazo rápido a la consola, botón de videoconferencia – dime Marta.
- Han llegado los informes de las sondas que mandamos a los asteroides, hemos comprobado los datos y creo que hay tres o cuatro sitios con posibilidades, te los estoy enviando. - Marta resultó ser una chica joven, unos veinte años, y con cara de nervios.
- Vale, sí, ya lo veo. Por cierto, cuando dices “hemos” te refieres a que lo has hecho tú, ¿no?
- Hmm, sí, bueno, era una forma de hablar.
- Me habías asustado, pensaba que se habían vuelto locos en la Tierra con el presupuesto, ¿estás de guardia o he tenido la suerte de que te asignen a esta misión?
- Me han asignado la misión, bueno, soy nueva, y por lo que he podido entender, asignarme una misión contigo era una especie de prueba. - Intentaba mantener el tono formal, pero le costaba.
- Puedes llamarlo novatada, sí, ya les diré cuatro cosas a esos cabrones cuando vuelva, de todas formas me alegro, que los tengo a todos muy vistos.
- Deberías tener cuidado con lo que dices, en este canal podrían estar escuchándonos.
- Ah, sí, eso lo daba por hecho, ya que te han metido en esto estarán en algún lado riéndose de ti y apostando a que renuncias antes de que acabe la misión.
- ¿Y por qué habría de renunciar?
- Hmm, no te han contado mucho sobre mi, ¿no? Mejor, ya nos iremos conociendo. Voy a leerme estos informes y ya te llamo luego si me aburro. Corto y cierro.
- Vale, de acuerdo.